Las cuentas públicas deben ser tan simples y tan claras como las domésticas: tanto podemos (no imponemos) ingresar, tanto podemos gastar. La feria de las vanidades en que se convirtió el mundo financiero pasando de la economía productiva a la especulativa produjo un gran daño globalizado, por no hablar del patrón-dólar. Todos caímos en una trampa que nos llevaba al crédito, al endeudamiento y al gasto por el gasto. Por desgracia muchos políticos vieron en la ingeniería financiera posibilidades en el corto-plazo para cubrir sus intereses y compromisos, se endeudaron y luego nos dejaron ahí el “marrón” sin que se depuraran responsabilidades personales. Los órganos de control no estaban o no se les hacía puñetero caso y la máquina del gasto seguía girando a mayor velocidad como las marchas en el coche… Como no pasaba nada…. Ahora la llamada reforma fiscal viene a abundar más en lo mismo: cambiar algo por abajo para que nada cambie por arriba….
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